—¿Qué haces por aquí? —digo a modo de saludo.
—¿Así es como saludas a tu hermana después de tantos años? —me reprocha.
Arqueo una ceja y fuerzo una sonrisa.
—Eso esta mejor —dice ella al tiempo que me da un breve y frío abrazo—, pero a mi no me engañas…
Ignoro sus palabras y la hago pasar al interior para resguardarnos del aguacero que está cayendo. La guío entre bambalinas hasta encontrar una zona donde poder hablar con tranquilidad.
—¿Bueno, qué? ¿Me vas a decir cómo has llegado hasta aquí? —pregunto nada más cerrar la puerta de uno de los camerinos.
—Ay… hermanito, hermanito. —Saca un cigarro de la pitillera y se lo lleva a la boca—. ¿Quieres uno?
—No fumo tabaco —contesto tajante—. Y aquí dentro esta prohibido fumar.
Mi hermana hace una mueca y lo vuelve a guardar.
—¿Qué haces por aquí? —pregunto otra vez.
—La junta directiva se ha puesto en contacto conmigo —contesta al fin—. Por lo visto, quieren un cambio de rumbo en la editorial.